Dios llama, y es el hombre quien responde. Estos, son un ejemplo claro de aquellos hombres que han optado libremente en responder a la petición de Dios en sus vidas.
De manera concreta, siendo miembros de la congregación de los Legionarios de Cristo.
El hecho de que provengan de nacionalidades distintas, tengan edades desiguales, y que sus historias hayan sido completamente diversas, no los abstiene de coincidir en una común necesidad.
“Seguramente has apagado un abanico, y aún desconectado, sigue dando vueltas”. Tal, ha sido la experiencia del H. José Andrés González, que había decido dejar todo atrás con tal de entregarse enteramente a Cristo, pero que aún seguía cargando con el ruido del mundo.
“Ruido con el cual todavía lucho”, indistintamente mencionó el H. Juan Diego León, recalcando que toda cosa a su alrededor tiene relación con su pasado.
Si bien el hombre responde, el mundo sigue hablando. Exclama con fuerte voz: ¡Disfrútame! ¡No me dejes! ¡Sólo un poco más!
Voz, que incluso adolescentes jóvenes que ingresaron al seminario menor desde los 12 años se han encontrado. Como bien describió el H. Erick Mejía, quien fue miembro del Centro Vocacional de León.
Entonces, si tanto Dios llama, ¿para qué responderle queriendo desprenderse de todo, determinándose a servirle, si los recuerdos del pasado y el deseo de disfrutar de las cosas buenas del mundo seguirán ahí? ¿No sería mejor no responder y ahorrarse tal molestia?
Era Semana Santa. Alejandro Medina, movido por un deseo interior, quiso ir a los pueblos más pobres para evangelizar. No era consciente de lo que estaba por vivir.
Fue designado ministro extraordinario de la Eucaristía. Su responsabilidad era transportar al Santísimo Sacramento de una capilla a otra. En uno de tantos trayectos, estando sólo con Él, escuchó:
“Alex, te quiero en mis manos”
“No quiero aceptar. No quiero ir. Tengo otros planes”
Es más, durante su año como colaborador del Regnum Christi, pudo experimentar más de cerca en el silencio y la oración, cómo Dios le iba llamando poco a poco.
“Quise sacarlo de mi cabeza. Entré a la universidad y empecé a llenar mi calendario de actividades.
"Buscaba con tantas cosas buenas llenar mi corazón, y no pude. Era muy feliz, pero algo me faltaba”
Estos hombres han experimentado ruido por todas partes: Respondiendo con generosidad, y también queriendo deshacerse de tal inquietud vocacional. Sin embargo, algo no cambia; y es el hecho de que el mundo no da plenitud. Explícitamente se buscar llenar un vacío, e implícitamente se busca al Único que puede llenarlo.
Pero, ¿por qué Dios me permite vivir tantas cosas buenas que no van a satisfacer mis deseos más profundos?
“Le dije: Señor, ¿por qué no me evitaste tantas experiencias que me hirieron? Su respuesta fue que lo necesitaba"
"Me ama tanto que quería ser Él mismo una opción en mi vida, que, si quería, podía escoger yo mismo”
El corazón humano es un apasionante misterio. Nunca cesará de buscar por todas partes hasta poder saciar su sed de amor.
El H. José Andrés ha podido reconocer esto en su vida.
"Yo sé que Dios iba preparando mi corazón, pues a los 20 años sentí en la oración que me dijo: ya es hora"
Hemos presenciado el testimonio de estos religiosos que, en medio del ruido del mundo, escucharon a Dios y optaron por Él. Asimismo, son conscientes de que su naturaleza humana nunca dejará de sentir atracción por aquello que han dejado, pero que, con el ejercicio de su libertad, son capaces de preferir a Cristo sobre todas las cosas.
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